
El correo electrónico sigue siendo uno de los canales de comunicación más atacados en el actual panorama de ciberamenazas. Su uso masivo, fácil acceso y el nivel de confianza que genera lo convierten en una puerta de entrada muy atractiva para los ciberdelincuentes. Aunque los filtros de spam básicos y las herramientas antiphishing cumplen una función esencial al detectar y bloquear correos no deseados, confiar únicamente en ellos ya no es suficiente. La protección del correo electrónico debe ser integral y basada en un enfoque por capas.
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Aunque tal vez nos parece que siempre ha estado ahí, la irrupción del correo electrónico en las empresas fue una de las grandes revoluciones en las oficinas. Y hoy, unos 30 años después, un trabajador medio recibe más de cien correos diarios que bombardean su pantalla con la urgencia de la inmediatez, pero en muchos casos con escasa relevancia.
