
El síndrome del agotamiento de los empleados ya era bien conocido antes de la pandemia y en los últimos años, el uso del término “burnout” se había disparado, englobando los efectos del estrés laboral crónico inadecuadamente gestionado. La llegada del COVID-19, sin embargo, ha causado un incremento imprevisto y radical de los factores que provocan este agotamiento, a consecuencia del profundo cambio sufrido por las organizaciones y en las formas y modelos de trabajo.
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