
Dos de cada tres emails que recibimos contienen un píxel de seguimiento, también conocidos como ‘píxeles espía’. Pese a su nombre, este pequeño código que se inserta en los correos electrónicos sirve para que el remitente monitorice qué hacemos exactamente con ese email. Es decir, quien lo envía puede obtener datos estadísticos y también específicos sobre la hora en que se ha abierto el correo, las veces que se ha leído, si se ha reenviado a otras personas, y un largo etcétera.
Sigue leyendo