
2025 será recordado como el año en el que Europa comenzó a regular el futuro. La inteligencia artificial, hasta ahora impulsada por la velocidad de la innovación, ha entrado en una nueva fase marcada por reglas, responsabilidades y exigencias tan claras como inevitables. Este cambio de paradigma implica nuevas cuestiones: ya no es qué puede hacer la IA, sino cómo debe hacerse y bajo qué condiciones.
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