
Durante años, millones de personas han confiado en que tener un iPhone era una garantía de seguridad. Un ecosistema cerrado, un control férreo sobre la App Store y una larga lista de funciones integradas, desde el cifrado hasta la compartimentación de datos, han sustentado esa percepción. Pero en 2025, ese blindaje ya no es lo que era. La seguridad del iPhone sigue siendo alta, pero el usuario ya no puede delegarla por completo.
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