Los cajeros automáticos (ATMs) siguen siendo muy lucrativos para los criminales. Para hacerse con su botín cuentan con varios métodos. Algunos son altamente destructivos, pues consisten en la utilización de herramientas o incluso en el uso de explosivos para destriparlos. Pero otros criminales, quizás un poco más sofisticados, prefieren infectar los cajeros con malware, lo que les facilita la manipulación del efectivo desde el interior. Aunque las herramientas maliciosas llevan tiempo en circulación, los últimos descubrimientos revelan que los creadores de malware están invirtiendo cantidad de recursos en hacer que sus “productos” puedan estar al alcance de otros criminales menos familiarizados con la informática.
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