
En 2022, el ransomware sigue causando estragos en todo el mundo. Organizaciones de todos los tamaños almacenan cada vez más datos confidenciales de los clientes, por lo que ya no tiene ningún sentido seguir pensando «a mí no me pasará». Los responsables tienen que imaginar la peor de las situaciones y prepararse para una recuperación rápida después de un ataque.
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