
La irrupción de la inteligencia artificial está teniendo un alto impacto en el diseño, construcción y operación de los centros de datos, que se están preparando para abordar la ola de innovación asociada a esta tecnología. Estas infraestructuras tienen que adaptarse para soportar una mayor demanda de GPU, mayores densidades energéticas y soluciones avanzadas de refrigeración, sin perder de vista otros objetivos como la sostenibilidad y la eficiencia operacional.
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«Brecha energética», «catástrofe medioambiental», «amenaza ecológica»: estos son algunos de los términos que a menudo se utilizan para describir los centros de datos y su impacto en el medio ambiente. Sin embargo, los centros de datos son imprescindibles para cualquier iniciativa digital que garantice una gestión óptima de la información (almacenamiento, transferencia, seguridad…). En este contexto, cada vez surgen más herramientas que velan por el uso responsable y eficiente de la tecnología.