Hoy leemos… La serie del Departamento Q, de Jussi Adler-Olsen

La serie del Departamento Q, escrita por el autor danés Jussi Adler-Olsen, es una de esas sagas que se leen con gusto y se recuerdan durante mucho tiempo. No solo por sus tramas policíacas, siempre bien construidas, sino por los personajes que las habitan y por la historia común que, libro a libro, va creciendo en segundo plano hasta convertirse en una parte esencial del conjunto.

La saga está compuesta por diez novelas: La mujer que arañaba las paredes, Los chicos que cayeron en la trampa, El mensaje que llegó en una botella, Expediente 64, El efecto Marco, Sin límites, El caso Rose, La víctima 2117, Cloruro de sodio y Siete metros cuadrados. Todas giran en torno a un departamento especial de la policía de Copenhague dedicado a casos sin resolver, esos expedientes olvidados que nadie quiere revisar… excepto ellos.

El eje central es Carl Mørck, un inspector brillante pero huraño, irónico y poco dado a las relaciones humanas. Carga con un pasado traumático: una operación policial fallida que dejó a un compañero muerto y a otro paralítico. Esa culpa lo acompaña siempre y explica su carácter áspero, su mal humor constante y su resistencia a implicarse emocionalmente. Sin embargo, bajo esa coraza hay un fuerte sentido de la justicia y una humanidad que va asomando poco a poco.

Junto a él está Assad, su ayudante, uno de los grandes aciertos de la saga. Assad es amable, enigmático, trabajador incansable y dueño de un humor tranquilo que contrasta con el sarcasmo de Carl. Poco sabemos de su pasado al principio, salvo que viene de un país en guerra y que es mucho más listo de lo que aparenta. A lo largo de los libros, su historia personal se va revelando con cuidado, convirtiéndose en una de las tramas transversales más potentes de toda la serie.

Con el tiempo se incorpora Rose, una secretaria peculiar, impulsiva y entrañable, que aporta energía, sensibilidad y también sus propias heridas. Rose lucha con problemas mentales derivados de su pasado, y su evolución es uno de los aspectos más humanos y emotivos de la saga. La dinámica entre Carl, Assad y Rose convierte al Departamento Q en una especie de familia improvisada, imperfecta pero sólida.

Cada novela presenta un caso distinto, normalmente relacionado con desapariciones, crímenes antiguos o injusticias enterradas por el sistema. Desde mujeres encerradas durante años, niños víctimas de abusos institucionales o redes criminales que nadie se atrevió a tocar, Adler-Olsen no evita temas duros. Aun así, su estilo es ágil y claro, con capítulos cortos y un ritmo que engancha sin necesidad de artificios.

Pero más allá de los casos individuales, lo que realmente distingue a la serie es la historia transversal. A medida que avanzan los libros, los personajes cambian, envejecen y arrastran consecuencias. El pasado de Assad, la culpa persistente de Carl, el crecimiento de Rose y las tensiones dentro de la policía danesa van tejiendo una narrativa continua que recompensa al lector fiel. En las últimas entregas, especialmente La víctima 2117, Cloruro de sodio y Siete metros cuadrados, esa historia común cobra un peso decisivo y emocionalmente intenso.

El Departamento Q no es solo una serie de novelas negras; es un retrato de personas rotas que, pese a todo, siguen adelante. Con un lenguaje sencillo, personajes cercanos y una mirada crítica hacia la sociedad, Jussi Adler-Olsen construye una saga absorbente, humana y muy difícil de abandonar una vez que se empieza. Ideal para quienes buscan misterio, pero también historias con alma.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.