
Nuestra vida digital 24 horas al día, 7 días a la semana, hace que cada vez estemos más tiempo delante de una pantalla, ya sea la de un portátil, la de un smartphone u otro dispositivo. Eso suele significar que también estamos constantemente sentados frente a una cámara. Lo que antes era algo menos común, con la llegada de la pandemia se ha convertido en el día a día para muchas personas que han tenido que encender su cámara para trabajar desde casa, o también para aquellos que han querido hablar con sus amigos y familiares en tiempos de confinamiento. Pero, aunque las webcams nos conecten con personas a nivel profesional y personal, a través de una forma casi omnipresente de participar en conversaciones y reuniones, también pueden suponer un gran peligro.
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