
Allá por 1972, la tienda donde vivía Sam tuvo que cerrar y el pequeño robot se vió obligado a separarse de AIDA, una nave espacial de la que estaba completamente enamorado. Sam termina en los brazos de Charles y a pesar de que se siente muy cómodo en su hogar y guarda una bonita amistad con su compañero, nunca ha conseguido llenar el vacío que le dejó AIDA. Toda la tristeza de Sam desaparece cuando llega a casa VR200…
Sam comparte su aventura en la conquista de VR200 a través de su página oficial de Facebook. Ahí, muestra todos sus sentimientos y pide consejos a sus seguidores.
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