
La creciente presión por reducir costes operativos y modernizar infraestructuras tecnológicas ha llevado a muchas universidades a replantearse el modelo tradicional de aulas informáticas. A menudo, los departamentos de TI se enfrentan a una gestión fragmentada, compleja y costosa, especialmente cuando deben mantener centenares, o incluso miles de equipos físicos distribuidos por distintos campus.
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