
El sistema educativo tradicional se enfrenta a un reto clave: no todos los estudiantes aprenden de la misma manera. Cada alumno tiene ritmos, estilos y capacidades distintas, y factores como la motivación, la atención o la experiencia previa influyen en su aprendizaje. Con aulas masificadas y recursos limitados, muchos quedan rezagados al intentar adaptarse a un modelo estandarizado.
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