Las búsquedas de Google siempre puede mejorar. Ya lo sabíamos cuando empecé trabajar en ello en 1999, y aún sigue siendo así en la actualidad. Por aquel entonces, Internet avanzaba a una velocidad vertiginosa y teníamos que dar sentido al enorme incremento de la información, organizándola y presentándola de tal forma que las personas pudieran encontrar lo que estaban buscando fácilmente, directamente desde la página de búsquedas de Google. Por aquel entonces, centramos nuestros esfuerzos en PageRank, el principal algoritmo utilizado para valorar la importancia de las páginas web, que nos permitía clasificarlas antes de mostrarlas en los resultados. Además de organizar la información, nuestros algoritmos siempre han tenido el reto de identificar a los individuos o a los sistemas que desean “engañar” a nuestros propios sistemas para aparecer en una posición más alta en los resultados de búsquedas —utilizando para ello “granjas de contenidos” de baja calidad, texto oculto y otras prácticas engañosas. A lo largo de los años hemos hecho frente a estos y otros problemas, actualizando de forma periódica nuestros algoritmos e introduciendo nuevas prestaciones para evitar que las personas intenten engañar a nuestros sistemas.
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