España ha sido el primer país europeo en instaurar la llamada “tasa Google”, un impuesto a las empresas tecnológicas destinado a compensar los tributos nacionales que dejan de pagar en algunos casos debido a su imaginativa ingeniería fiscal. La Unión Europea estudia aplicarlo en todo su territorio, para enfado de los Estados Unidos, aunque conviene recordar que otros países tienen medidas similares como la Diverted Profits Tax creada en Reino Unido en 2015.
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