
Durante la última década, los smartphones se han convertido en dispositivos imprescindibles en el día a día y han cambiado la forma en que las personas se comunican y trabajan, convirtiéndose en sus centros de datos personales. Sin embargo, en comparación con los teléfonos “de antes”, los actuales todavía tienen un talón de Aquiles: la duración de la batería. Las baterías de los antiguos terminales duraban fácilmente entre cuatro días y una semana. Hoy en día, dos días sin tener que buscar el cargador parece ser lo máximo que estos dispositivos pueden ofrecer. Y es comprensible, ya que las pantallas grandes y brillantes, los procesadores potentes y la conectividad rápida a Internet requieren más energía.
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