
Hoy nos gustaría compartir contigo la historia de Jose, un jugador de Lugo que ha encontrado en Pokémon GO una afición que va más allá de la pantalla gracias a la comunidad de jugadores que se reúne en el Parque de Frigsa, y que creemos que te puede interesar
A sus 61 años, Jose Rábade, más conocido entre la comunidad de jugadores de Pokémon de Lugo como “Rabadero”, ha encontrado en Pokémon GO una razón diaria para salir a la calle, mantenerse activo y conocer a gente nueva.
Empezó a jugar por casualidad junto a su hijo en 2019, y con el tiempo, especialmente tras su diagnóstico de cáncer, Pokémon GO pasó a formar parte fundamental de su día a día. Debido a los tratamientos, atraviesa una etapa de su vida en la que moverse ya no es tan fácil y no siempre tiene energía, pero el juego le ayuda a ejercitarse y mantenerse activo a pesar de su enfermedad. “La forma que tengo hoy en día de obligarme a andar es jugar a Pokémon GO. El día puede ser malo, pero intento salir todos los días”, nos cuenta.
Más allá del ejercicio físico y la salud, para Jose, Pokémon GO también ha sido una ayuda para conocer a gente más allá de la pantalla y los avatares. Empezó jugando con timidez, en solitario y sin conocer a nadie; pero pronto fue acogido por un grupo lucense de entrenadores (así es como se llaman los jugadores de Pokémon GO) que se han convertido en una familia para él. “El resto de los jugadores es gente maravillosa. Nos juntamos todos los días para jugar y a veces conseguimos ser 20 o 30 personas. Esto te da vida”, explica.
Aunque Jose no tiene prisa por llegar al nivel 50, el máximo en el juego, sí reconoce su debilidad por los Pokémon Shiny, aquellos que presentan un color distinto respecto a la versión original del Pokémon y que son muy difíciles de encontrar. “Ayer conseguí uno que nadie tenía”, nos comentaba con un orgullo que no le impide disfrutar de Pokémon GO a pesar de su edad. “A veces la gente nos mira raro, pero solo estamos disfrutando”, concluye.
La historia de Jose es un ejemplo más de cómo Pokémon GO no solo entretiene, sino que motiva a moverse, anima a socializar y construye comunidades reales de jugadores en todo el mundo, como la de Lugo, que han convertido el Parque de Frigsa en un auténtico Gimnasio Pokémon.