
La conectividad digital en España convive con una paradoja cada vez más evidente: acceder a Internet no implica necesariamente poder usarlo con normalidad. Aunque los mapas muestran un país ampliamente cubierto por redes terrestres, miles de usuarios viven cada día con caídas, saturaciones, lentitud o señales inestables que impiden teletrabajar, utilizar plataformas educativas o mantener un negocio digital operativo.
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